(GLOBAL TIMES)
Atrapada entre dos guerras encarnizadas y un conflicto comercial, la ya asediada economía europea parece estar sumiéndose en una espiral de problemas cada vez más profundos. Desde las alarmas de la crisis de deuda que suenan en el Reino Unido y Francia hasta la admisión alemana de la insostenibilidad de su sistema de bienestar, las principales economías europeas se asemejan a bloques de construcción frágiles, tambaleándose al borde de la inestabilidad.
El lunes, el primer ministro francés, François Bayrou, advirtió que el país se enfrenta a un “peligro inmediato” de sobreendeudamiento. El sábado, The Telegraph citó a economistas que advertían que el Reino Unido se enfrenta a una crisis de deuda similar a la de los años 70. Ese mismo día, Deutsche Welle informó que el canciller alemán, Friedrich Merz, admitió que “el estado de bienestar que tenemos hoy ya no puede financiarse con lo que producimos en la economía”.
A primera vista, estos países parecen estar lidiando con desafíos fiscales, pero en el fondo se esconde algo mucho más profundo: Europa parece estar perdiendo el control de su identidad y dirección en los juegos geopolíticos. Y el mayor acelerador de esta crisis son las tres guerras en las que se encuentra inmersa Europa.
Una de ellas son los conflictos con fuego real y humo de guerra —la guerra entre Rusia y Ucrania, y la de Gaza—, que siguen alimentando los crecientes riesgos de seguridad para Europa. Tomemos como ejemplo el conflicto entre Rusia y Ucrania. En los últimos tres años, ha habido oportunidades para desescalar la situación, pero Estados Unidos ha utilizado la crisis de Ucrania para implementar una estrategia de debilitamiento de Rusia y contención de Europa, echando leña al fuego y haciendo que la solución parezca cada vez más lejana. Sin embargo, algunos países europeos han seguido ciegamente la estrategia de expansión de la OTAN liderada por Estados Unidos, enfrentándose a un vecino inamovible que se extiende por el continente euroasiático. Esto ha llevado finalmente al estancamiento actual de Europa. A día de hoy, algunos políticos europeos siguen intentando convencer a los votantes de que solo el desarrollo militar puede garantizar su bienestar, utilizando este argumento para justificar el aumento de los presupuestos de defensa y los recortes a los programas de bienestar social.
¿Qué ha ganado Europa con esto? Ha perdido el mercado ruso y el suministro de energía. Los riesgos de guerra han provocado la desindustrialización y la fuga de capitales, mientras que la crisis de refugiados ha profundizado las divisiones sociales, empujando a muchas economías importantes a un crecimiento negativo.
El segundo campo de batalla es la guerra comercial. “América Primero” es la piedra angular de la política exterior de la actual administración estadounidense, y Europa, obviamente, ya no es tratada como un socio igualitario, sino como blanco de manipulación, presión y extracción de beneficios directos.
Tomemos como ejemplo las recientes negociaciones entre ambos países. La UE aplica aranceles del 15 % a sus exportaciones a EE. UU., mientras que se compromete a aplicar aranceles cero a ciertas importaciones estadounidenses en la UE. Además, Bruselas también acordó invertir 600 000 millones de dólares en EE. UU., incluyendo equipo militar estadounidense, y gastar 750 000 millones de dólares en energía.
¿A qué está renunciando Estados Unidos en el acuerdo? Al ser preguntada al respecto en la Casa Blanca, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, estuvo a punto de responder “a nada”, al subrayar que “el punto de partida fue un desequilibrio, un superávit de nuestra parte”. El martes, Politico se pronunció sobre el acuerdo con contundencia, afirmando que “el ‘siglo de humillación’ de Europa podría estar apenas comenzando”.
Algunos académicos han señalado que, frente a la estrategia relativamente oscura, pero de larga data y profundamente tóxica, de Estados Unidos contra Europa, ha perdido la capacidad de recuperarse estratégicamente. Aunque el nivel de desarrollo de Europa todavía parece estar entre los mejores a primera vista, en realidad ya no es uno de los polos del mundo y continúa decayendo.
A pesar de las ocasionales peticiones de “desarrollo económico” y “autonomía estratégica” de los políticos europeos, parecen ser meras palabras. Continúa siguiendo en gran medida las órdenes de Estados Unidos en diversas áreas, incluido el aumento del gasto militar. Y en cuestiones clave, como la relación con Rusia y Estados Unidos a largo plazo, la UE aún carece de consenso, incluso después de que la crisis les esté costando demasiado.
Europa no se enfrenta simplemente a una crisis económica; está atrapada en un “paso en falso estratégico” más amplio: sigue el camino equivocado, va por el camino equivocado, en la dirección equivocada. El reto ahora es que Europa cambie de rumbo, supere las dependencias obsoletas y explore nuevas vías de cooperación económica.
La pregunta sigue siendo: ¿despertará Europa esta vez?

Ilustración: Chen Xia/Global Times