(BENITO CHAMIZO. LETRAS LIBRES)
Señor director: Algunos de los artículos del número de abril dedicado al Sexo al desnudo me han hecho pensar una vez más en el carácter, si me permite el símil, un tanto onanista de nuestros intelectuales. ¿De verdad cree Enrique Lynch que la mejor manera de hacernos pensar en el sexo en Internet es describirnos lo que podemos encontrar? Cualquier chaval de quince años le podría proponer a él un recorrido más sorprendente. (No es extraño que se centre sobre todo en el voyeurismo.) ¿De verdad cree Molina Foix que en España el sexo es básicamente el mismo de siempre? Aparte de que quien emite esas opiniones fatalistas siempre queda bien, y aparte de esos calenturientos a los que alude el autor, ¿cuánta gente joven conoce? ¿Tiene la más remota idea de lo que sucede entre los chicos y chicas de veinte años de hoy en día y la forma en que abordan el sexo (sin por ello llenarse la boca de “transgresiones”, la muletilla de moda)? A juzgar por lo que dice, más bien pocos. A lo mejor, si dejara de fijarse tanto en Susan Sontag y otros progres de setenta años y citar experiencias ya un tanto museísticas (el argumento de autoridad es también típico de los intelectuales españoles: viejos tics verticalistas, supongo), a lo mejor podría descubrir algo nuevo sobre el mundo que le rodea. Y para terminar, el recorrido de Estrella de Diego por la sexualidad española a través de… ¡las películas de Almodóvar! es sencillamente inenarrable. Es como volver a esa prehistoria de cartón piedra de la famosa movida madrileña de la que no quedan más que el propio Almodóvar y propuestas pintorescas como ésta (¿van juntos?). Qué diferencia con el reportaje de Martin Amis. Me ha recordado la diferencia que separa Buena Vista Social Club, la obra maestra de Wim Wenders sobre ciertos músicos cubanos, de Calle 54 de Fernando Trueba. Mientras el primero se acercaba a una música que, como alemán, no debía de conocer muy bien, y la escuchaba —y de ahí su memorable resultado—, el segundo contaba obviedades repletas de tópicos sobre su propia relación con esa música. La comparación no es injusta, sino justa, y quizá nos podría enseñar. Lo que rescata el reportaje de Amis (y el número) es que detrás hay ojos abiertos, ausencia de prejuicios, y sobre todo trabajo. No parece tan difícil. –