(ZEDRYK RAZIEL. EL PAÍS)
El Gobierno de México ha subido el tono de su posición en torno a la guerra librada por Israel en la Franja de Gaza, que ha dejado casi 8.800 personas muertas y más de 21.000 heridas. La representante de México ante las Naciones Unidas, Alicia Buenrostro, ha condenado los ataques indiscriminados de Israel hacia la población civil, al personal médico y humanitario y a la infraestructura esencial, “que podrían constituir crímenes de guerra”. Durante la asamblea especial de emergencia con motivo del conflicto en Oriente, la embajadora también ha pedido que Israel levante el estado de sitio en torno a Gaza, que ha frenado el flujo de bienes esenciales, “teniendo en cuenta que las represalias son contrarias al derecho internacional”. La diplomática ha exigido un cese inmediato y duradero de las hostilidades, y ha hecho eco de la propuesta de la consolidación de un Estado Palestino que conviva con el de Israel dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas, un anhelo que ha fracaso durante las últimas siete décadas.
La representante mexicana no ha omitido condenar los actos terroristas de Hamás, y ha respaldado el derecho de Israel a proteger a sus ciudadanos y su territorio, “siempre que se haga con pleno apego al Derecho internacional y en plena observancia de los principios de necesidad y proporcionalidad que rigen cualquier uso de la fuerza”, ha afirmado en su discurso. No obstante, ha expresado preocupación por el hecho de que la respuesta israelí ha provocado miles de muertos —entre los que hay más de 3.600 niños, según el Ministerio de Sanidad de Gaza—, así como “daños incalculables a la infraestructura y otros bienes civiles palestinos”. “Es terrible que, por cada día que pasa desde que se reanudó esta sesión especial de emergencia, tengamos que agregar miles de muertes a nuestra intervención. Esto debe parar”, ha subrayado.
La escalada del tono del Gobierno mexicano ocurre en un momento en que varios países latinoamericanos han dado un paso al frente de manera más articulada ante la devastadora ofensiva de Israel sobre territorios palestinos. Bolivia ha roto relaciones diplomáticas con Israel, mientras que Chile y Colombia han llamado a consultas a sus embajadores en Israel, lo que se entiende como un paso previo a la ruptura de relaciones. “Si Israel no detiene la masacre del pueblo palestino, no podemos estar allá”, ha señalado el presidente colombiano, Gustavo Petro, el mandatario que ha sido más consistente en su postura sobre el conflicto.
La embajadora mexicana ha criticado durante su discurso la ocupación ilícita de los territorios palestinos, señalando que ello contraviene la Carta de la ONU. “Tampoco está consagrado el derecho a una ocupación indefinida. Cualquier adquisición de territorio obtenida por la fuerza es nula y carente de validez. Exigimos a la Potencia Ocupante cesar su ocupación y todos los demás actos que afectan la integridad territorial del Estado de Palestina”, ha afirmado.
La diplomática ha dicho que México favorece la solución política, integral y definitiva al conflicto bajo la premisa de “dos Estados para dos pueblos”, que “atienda las legítimas preocupaciones de seguridad de Israel, y permita la consolidación del Estado de Palestina, viable política y económicamente, que conviva con Israel dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas, de conformidad con las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas”. La embajadora mexicana ha afirmado que la ONU debe honrar los valores que motivaron su fundación y procurar para los dos Estados “la seguridad de poder vivir en paz”. Buenrostro ha citado las palabras de la secretaria de Exteriores de México, Alicia Bárcena, que el pasado 23 de septiembre dijo, ante la Asamblea General, que el mundo debe “reconocer el derecho del pueblo de Israel, pero no a expensas del pueblo palestino”.
La propuesta de los dos Estados, uno habitado por judíos y otro por palestinos, es un plan congelado desde hace décadas por intereses geopolíticos, a costa de la vida de miles de personas. Conforme la Convención de Montevideo, de 1933, que fija los atributos clásicos que debe cumplir un Estado para ser considerado como tal, este debe tener soberanía efectiva sobre un territorio definido, una población estable, instituciones capaces de responder a las necesidades de los ciudadanos y que sea reconocido como un igual por otros Estados. La ocupación de Israel sobre territorios palestinos ha provocado que la soberanía territorial sea difusa, como un archipiélago. Ser parte plena de la ONU como miembro pleno podría ayudar a la conformación del Estado de Palestina, pero el veto de Estados Unidos, un aliado indiscutible de Israel, ha frenado ese avance (actualmente Palestina es considerado un Estado observador no miembro). A su vez, si bien 193 países reconocen a Palestina como un Estado soberano de pleno derecho, otros 54 miembros de la ONU no lo han hecho, entre ellos México, que en términos diplomáticos se ha mantenido neutral entre ambas partes.
La embajadora Buenrostro ha expresado su respaldo al secretario general de la ONU, António Guterres, que hizo un pronunciamiento contra la opresión permanente a la que ha estado sometida Palestina, lo que motivó que Israel exigiera su dimisión. La diplomática ha deplorado la muerte de funcionarios de las Naciones Unidas en Gaza a consecuencia de los bombardeos, y ha exigido que se revoque la decisión de retirar visas a funcionarios de la ONU operando en Israel. “Aprovechamos esta ocasión para refrendar el total apoyo de México al secretario general António Guterres, y a todo el Sistema de las Naciones Unidas, en sus esfuerzos políticos y humanitarios en estos tiempos de crisis”, ha sostenido.
Una manifestante levanta un cartel con la frase “México apoya a Palestina”, durante una marcha en Ciudad de México, el pasado 22 de octubre. LUIS CORTES (REUTERS)
Reportero de EL PAÍS México, especialista en la cobertura de asuntos políticos y de corrupción. Licenciado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ha sido colaborador en el diario Reforma y el portal Animal Político. Es coautor de ‘El caso Viuda Negra’ (Grijalbo, 2022).