No detengan este proyecto de AMLO

JONATHAN RUIZ TORRE. PARTEAGUAS. EL FINANCIERO

El Corredor Interoceánico es 300 kilómetros de vías de tren recién construidas que conectarán al Océano Pacífico con el Atlántico.

Ya viene. El plan nació el siglo pasado con una idea simple: los mexicanos pueden competir con el Canal de Panamá usando como “pasillo”, la parte más delgadita del territorio, útil para conectar océanos.

Nadie lo llevó a cabo, hasta este sexenio. La realización del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec es mérito de Andrés Manuel López Obrador y bien harían todos en empujar para que sea un éxito.

Pero alguien puede tirar el plan de este presidente. Por ejemplo, la persona que ocupe la Presidencia cuando termine el próximo año. Con eso, todos los millones gastados del dinero de ustedes puede ser desperdiciado. Sabemos que eso puede ocurrir, porque ya ocurrió.

“(Los inversionistas) tendrán un estímulo fiscal consistente en la deducción inmediata de la inversión de bienes nuevos de activo fijo, en lugar de aplicar las tasas previstas en los artículos 34 y 35 de la Ley del Impuesto sobre la Renta”, rezaba uno de los beneficios fiscales ofrecidos el sexenio pasado a quienes pusieran dinero en las Zonas Económicas Especiales (ZEE) ubicadas, entre otros lugares, en el Istmo de Tehuantepec. ¿Su intención? Atraer capital para generar empleos y desarrollo.

Malos para comunicar, los miembros del polémico equipo de Luis Videgaray, entonces Secretario de Hacienda, convocaban inversionistas con malabares como éste:

“Se propone establecer un crédito fiscal equivalente al 30 por ciento… aplicable contra el Impuesto Sobre la Renta causado en el ejercicio en que se determine dicho crédito. Cuando dicho crédito fiscal sea mayor al impuesto sobre la renta que tengan los contribuyentes a su cargo en el ejercicio fiscal en el que se aplique el estímulo, podrán acreditarlo contra el impuesto sobre la renta que tengan a su cargo en los diez ejercicios fiscales siguientes”. Para cuando ese sistema estuvo listo, casi nadie entendió y apenas atraía la atención de postores.

En 2019 el presidente López Obrador abrogó los decretos de las ZEE, que fueron al panteón en el que conviven con obras grandes pagadas por los siempre generosos mexicanos.

Consecuentemente, Coatzacoalcos y el resto del Istmo siguió igual de pobre. Pero ahora parece venir la suya, finalmente.

¿Qué es el Corredor Interoceánico?

Es 300 kilómetros de vías de tren recién construidas que conectarán al Océano Pacífico con el Atlántico y su conexión con el Tren Maya y con Guatemala. Es también, la modernización de los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, la instalación de fibra óptica, antenas y gasoductos.

¿Para qué? Para generar “polos de desarrollo” de 11 “vocaciones productivas”: Eléctrica y electrónica; semiconductores; automotriz ; dispositivos médicos; farmacéutica; agroindustria; equipo de generación y distribución de energía eléctrica; maquinaria y equipo; tecnologías de la Información y comunicación; metales y petroquímica.

Es el mejor proyecto de AMLO y quizás es del que menos habla.

¿Se equivocó AMLO al cancelar las ZEE?

Cometió errores que jamás reconocerá, pero su acierto radica en conducir inversiones y poner reglas comprensibles que pueden ser atractivas.

Cuando las canceló no existía una sola inversión privada comprometida, lo que evidenció que algo estaba mal. Su intención aparente fue corregir.

Ahora promueve algo que es fácil de entender: La exención al 100 por ciento del ISR durante los primeros tres años, con posibilidad de extenderse por tres años más, en función de variables como número de puestos de trabajo creados. Con la prepa terminada, cualquiera entiende eso. Este tema da para más y regresaré a él.

El proyecto del Istmo apunta a la electromovilidad, en donde el margen para innovar es enorme y lo que cobran las empresas por esas mejoras son precios y ganancias más altas.

Coatzacoalcos tiene una actividad industrial bien grande y no sale de la pobreza. Consideren como ejemplo el valor estancado de las casas de su gente que no creció en términos reales.

A diferencia de lo que pasó con la plusvalía en el norte del país, el precio de esas casas jarochas apenas se movió el año pasado con la inflación, por lo que si sus dueños las venden hoy, podrían comprar prácticamente lo mismo que en 2021… o en 2020. Y eso es para quienes tienen casas.Playvolume

Eso probablemente supone un tema más relevante que discutir la autoría del Corredor Interoceánico, que ayer abordé en este espacio y algunos lectores atinadamente destacaron. Aquí dije que quien parece que pondrá en marcha esa idea centenaria es el presidente actual, eso tiene mérito independientemente de las fallas de Andrés Manuel López Obrador.

Si bien hay que poner atención a las vías del tren que ahí reparan, lo mejor podría estar en la instalación de fibra óptica y antenas paralelas a esos fierros que pueden llevar a esta estrecha zona del territorio nacional a la economía que más réditos entrega: la de los servicios tecnológicos y disruptivos.

Éste párrafo proveniente de un comunicado de la Secretaría de Economía es clave. Explica a qué deberán dedicarse las empresas que inviertan en las poblaciones beneficiadas con la nueva infraestructura y la prometida exención de ISR:

“A 11 vocaciones productivas: Eléctrica y electrónica; Semiconductores; Automotriz (electromovilidad, autopartes y equipo de transporte); Dispositivos médicos; Farmacéutica; Agroindustria; Equipo de generación y distribución de energía eléctrica (energías limpias); Maquinaria y equipo; Tecnologías de la Información y la Comunicación; Metales y; Petroquímica”.

¿Qué podría venir con el Corredor Interoceánico?

Mejores salarios, y prosperidad. En este espacio he criticado frecuentemente la obstinación de los gobernantes mexicanos por centrarse en la obtención de “empleos”, en lugar de ganar prosperidad. No es lo mismo.

Estadísticas que expuse también aquí, advierten que medidos en dólares, los salarios de los mexicanos prácticamente no han crecido en dos décadas.

Una cosa es tener empleo y otra cosa es poder pagar los estudios de un hijo, sus medicinas ante una emergencia o un buen viaje con el salario recibido. Si no alcanza, lo único que tienen, entonces, es una plaza laboral, no prosperidad. Podrá venir del “nearshoring” o de lo que ustedes gusten, pero la ventaja es mínima.

¿Por qué están estancados los salarios? Por el tipo de empresas que llegan. Ejemplo: el sector automotriz. Con todo y lo caros que ya venden los coches, Ford sigue ganando un 5 por ciento. Vamos, los accionistas obtienen 5 dólares por cada 100 que cuesta un coche. Es el mismo porcentaje de utilidad neta que tenían en 2015.

Hay demasiada competencia en el negocio y los dueños urgen a sus empleados a reducir costos. Por eso vienen a México en busca de mano de obra barata.

El proyecto del Istmo apunta a la electromovilidad, en donde el margen para innovar es enorme y lo que cobran las empresas por esas mejoras son precios y ganancias más altas.

Mejor aún: Semiconductores, tecnologías de información… una empresa que reúne todo ello es casi desconocida en México pese a que en cada casa quizás hay dos o tres de sus productos. Se llama Nvidia y su margen de utilidad neto es del 22 por ciento o 22 dólares por cada 100. Algo similar pasa en el negocio de las energías renovables o en la industria farmacéutica. En todas las actividades en las que hay disrupción.

Ojo. Falta mucho. Lo primero es entrenar a la gente y francamente el peso que tiene la lógica de la CNTE en la región del Istmo, no ayuda. Si quieren resultados, los alumnos deberían estudiar más sobre genética o energía fotovoltáica que sobre Villa o Zapata.

¿Y quién es el bueno?

Hablando de historia nacional –que siempre debe estar en el plan de estudios– la Universidad Veracruzana atribuye la idea de una conexión mexicana entre el Atlántico y el Pacífico al Rey Carlos I, quien en septiembre de 1513 ordenó buscar cómo conectar los dos océanos. De acuerdo, no es idea de López Obrador, pero esto tomó 510 años y no estamos como para estancarnos en eso.