(IVET RODRÍGUEZ. EXPANSIÓN)
Hace apenas un par de años, el motor de combustión interna (ICE) parecía tener sus días contados. La tendencia hacia la electrificación completa de la industria automotriz se consolidaba con decisiones tajantes de los principales fabricantes.
Audi, por ejemplo, anunció que todos sus nuevos modelos serían totalmente eléctricos a partir de 2026. Lotus declaró que el Emira sería su último modelo con ICE, mientras que Volvo se comprometió a que toda su gama sería completamente eléctrica para 2030. Sin embargo, la reciente desaceleración en las ventas de vehículos eléctricos (EV) ha brindado una inesperada oportunidad de supervivencia para el motor de combustión interna.
La adopción de vehículos eléctricos fue impulsada en gran medida por regulaciones gubernamentales estrictas en mercados clave, la demanda del mercado no ha seguido el ritmo esperado. La Unión Europea, por ejemplo, planeaba prohibir para 2035 la venta de coches nuevos que emitan CO2, limitando a los consumidores a adquirir modelos de gasolina y diésel usados. Por su parte, la administración del presidente Joe Biden había propuesto nuevas y estrictas normas de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) que habrían obligado a los fabricantes de automóviles estadounidenses a convertir los vehículos eléctricos en su principal negocio para 2032.
Pero estas regulaciones, lejos de consolidar la electrificación de la industria automotriz occidental, han facilitado la entrada de fabricantes chinos en el mercado global. Marcas como BYD, Geely y MG han desarrollado rápidamente vehículos eléctricos asequibles y bien equipados, en contraste con los fabricantes europeos y estadounidenses que han avanzado más lentamente. Aunque los modelos europeos y estadounidenses ofrecen autonomías superiores a 500 km por carga, aún no han podido igualar los precios competitivos y la amplia oferta de los fabricantes chinos.
Frenar a los vehículos eléctricos chinos a toda costa
En un intento por limitar la influencia china, tanto Europa como Estados Unidos han iniciado investigaciones y acusaciones de dumping y malas prácticas laborales contra estos vehículos. Además, han anunciado nuevos aranceles para los vehículos eléctricos de manufactura china.
Menos de un mes después de que Washington cuadruplicara los aranceles para los vehículos eléctricos chinos al 100%, la Comisión Europea informó este miércoles que impondría aranceles adicionales de hasta el 38.1% a los vehículos eléctricos chinos importados a partir de julio.
Aunque China calificó esta medida de proteccionista, su industria automovilística la desestimó por considerarla “sin un gran impacto”. Según cálculos de la Asociación China de Fabricantes de Automóviles de Pasajeros, los aranceles provisionales de la Unión Europea, que promedian alrededor del 20%, están “dentro de lo esperado y no afectarán significativamente a la mayoría de las empresas chinas”.
Los gobiernos europeos y estadounidense también han empezado a aplazar las nuevas regulaciones de emisiones y a impulsar el resurgimiento de los modelos híbridos, considerados anteriormente como una “tecnología de transición”.
Un segundo aire
Fabricantes como Ford han anunciado nuevos planes para el desarrollo de motores de combustión más eficientes, que pueda utilizar en nuevos modelos plug-in hybrid (híbridos enchufables).
BMW ha indicado que seguirá fabricando “modelos relevantes” para diferentes mercados, lo que implica una producción continuada de vehículos con sistemas de propulsión no eléctricos fuera de Europa. Mercedes-Benz ha mantenido su compromiso de no desarrollar nuevas arquitecturas no eléctricas a partir de 2025, pero ha matizado que sólo se volverá completamente eléctrica “cuando las condiciones del mercado lo permitan”.
Por su parte, Toyota prevé que los vehículos eléctricos representarán solo el 40% de sus ventas para 2030, mientras que Hyundai tampoco apuesta por una gama totalmente eléctrica.
Esta semana, General Motors redujo recientemente su previsión de producción anual de vehículos eléctricos para 2024, ajustando su estimación a 250,000 unidades, por debajo de la previsión anterior de 300,000. Este anuncio, realizado por el director financiero Paul Jacobson en la Conferencia Global de la Industria Automotriz de Deutsche Bank, se acompaña de un nuevo plan de recompra de acciones por valor de 6,000 millones de dólares. Jacobson expresó confianza en la demanda de los modelos de gasolina de GM y destacó el enfoque de la empresa en la rentabilidad tanto de su negocio de autos a gasolina como en la mejora de la rentabilidad de sus vehículos eléctricos.
La relajación de las normas de emisiones y los recortes en las previsiones de ventas de vehículos eléctricos sugieren que el motor de combustión interna, lejos de estar obsoleto, podría seguir siendo una opción viable y relevante en la transición hacia un futuro de cero emisiones. Esta tecnología todavía tiene un amplio margen para mejorar su eficiencia: actualmente, el rendimiento térmico máximo de un motor de gasolina es del 30%, lo que significa que solo este porcentaje de la energía del combustible se convierte en movimiento, mientras que el resto se pierde principalmente como calor.
Mejorar la eficiencia térmica puede tener un impacto positivo en el medio ambiente, ya que un menor consumo de combustible implica menores emisiones de dióxido de carbono y otros contaminantes, contribuyendo a reducir la huella de carbono de los vehículos. Sin embargo, esto requiere inversiones significativas y, a diferencia del pasado, los fabricantes deben distribuir sus presupuestos entre el desarrollo de diversas tecnologías para satisfacer las necesidades de diferentes realidades, presupuestos de clientes e infraestructuras.
La relajación en las normas de emisiones y los recortes de previsiones respecto a las ventas de vehículos eléctricos sugiere que el motor de combustión interna podría mantenerse como una opción viable en la transición hacia un futuro de cero emisiones. (Pamela Jarquin/iStock )