Pobreza energética en México desde un enfoque territorial e implicaciones en la planeación eléctrica nacional

(MÓNICA SANTILLÁN VERA. CRÓNICA)

Pobreza energética es un término utilizado para enmarcar carencias energéticas en el sector residencial, las cuales limitan las posibilidades de desarrollo económico y humano. Este concepto abarca no solo el acceso a la energía, sino también el nivel de consumo energético, la seguridad, confiabilidad y asequibilidad del suministro, además de otros factores específicos de cada sociedad. Así, la pobreza energética es un fenómeno situado espacial y temporalmente, que requiere de indicadores a nivel territorial.

En países de ingresos bajos y en áreas rurales, la pobreza energética se asocia principalmente con la falta de acceso a la energía eléctrica y el uso de leña para cocinar; este enfoque ha cobrado mayor visibilidad con la inserción de la pobreza energética en la agenda internacional a partir de iniciativas de las Naciones Unidas, como Sustainable Energy for All o el Objetivo de Desarrollo Sostenible 7: garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos. En países de ingresos altos, la pobreza energética se ha estudiado desde la década de 1980 para analizar la falta de confort térmico en las viviendas, denominada “pobreza de combustible” (fuel poverty), lo cual ha permeado en la política pública de dichos países. Sin embargo, en países de ingresos medios o países en desarrollo, el análisis de la pobreza energética es menos frecuente y en términos de política pública no es un eje prioritario, pese a que se relaciona de manera transversal con diversos aspectos del desarrollo y con la planeación de múltiples sectores.

El capítulo “Desigualdad y pobreza eléctrica por entidad federativa e implicaciones en la planeación del sistema eléctrico en México” del libro Desigualdades territoriales. Miradas cruzadas, analiza la pobreza energética en México en 2016, evaluando la incidencia de la pobreza eléctrica por entidad federativa, tipo de localidad y región climática, así como sus implicaciones para la planeación del sistema eléctrico nacional.

Si bien México registra una tasa de electrificación bastante aceptable (95%), territorialmente la problemática es heterogénea. Más del 25% de los hogares sin acceso eléctrico en el país se concentraron en dos entidades federativas (Veracruz y Oaxaca). La falta de acceso eléctrico en México es un problema más agudo en localidades rurales que en urbanas, aunque en algunas entidades como el Estado de México, Jalisco y Baja California, la falta de acceso eléctrico es más frecuente en localidades urbanas que en rurales.

Más allá de este indicador binario (si o no se tiene acceso a la energía), es necesario considerar que los usos finales de la energía eléctrica tienen un amplio alcance e incluyen servicios como iluminación, conservación de alimentos, entretenimiento, acceso a la información, fuerza motriz para diversas tareas domésticas, calefacción o enfriamiento de la vivienda, entre otros. Por lo tanto, la provisión de los servicios energéticos no solo depende de la disponibilidad de energía eléctrica, sino también de la disponibilidad de los aparatos y equipos que se utilizan para proveer dichos servicios. En conjunto, estos elementos determinarán el nivel de consumo eléctrico.

En este sentido, es útil definir un umbral de consumo eléctrico que represente el consumo eléctrico mínimo para satisfacer necesidades básicas. Para tal definición, es preciso tomar en cuenta la región climática para determinar las necesidades de enfriamiento o calefacción. Así, el país se clasificó en dos regiones climáticas (templada y cálida) y se definieron dos umbrales físicos de pobreza energética por hogar en México: 1,496.5 kWh anuales para regiones templadas y 1,598.4 kWh anuales para regiones cálidas. Con base en estos umbrales y las estimaciones de consumo eléctrico por hogar, se encontró que, en buena parte de las entidades federativas, de las localidades rurales y de las regiones climáticas templadas, el consumo eléctrico promedio fue inferior al umbral definido.

Considerando el acceso eléctrico y los umbrales de consumo eléctrico, se estimó la incidencia de la pobreza eléctrica en México. La incidencia de la pobreza eléctrica es la proporción de hogares que no tienen acceso eléctrico o que pagan por el servicio eléctrico público, pero consumen menos energía eléctrica que el umbral físico previamente definido y que no cuentan con acceso eléctrico mediante plantas particulares, paneles solares u otras fuentes. A nivel nacional, se estima que 62% de los hogares mexicanos están en condiciones de pobreza eléctrica.

Por entidad federativa, Chiapas, Hidalgo, Tlaxcala y Puebla fueron los estados en los cuales se observó una mayor incidencia de pobreza eléctrica (superior al 80% en los cuatro casos). Sonora y Sinaloa fueron las entidades donde se observó una menor incidencia de pobreza eléctrica (inferior al 20% en ambos casos).

Por tipo de localidad, a nivel nacional la problemática fue mayor en localidades rurales (77%), pero también preocupante en localidades urbanas (58%). De hecho, algunos estudios han destacado que la pobreza eléctrica en localidades urbanas es un problema con un peso cada vez más importante en países en desarrollo como México y los de América Latina.

Por región climática, a nivel nacional la incidencia de la pobreza eléctrica fue mayor en regiones templadas (75%) que en regiones cálidas (46%). Esta afirmación debe ser interpretada con cautela, ya que el umbral de consumo eléctrico definido para regiones con climas cálidos podría estar subestimado. De hecho, se espera que la demanda de enfriamiento en los hogares en México continúe al alza debido a cambios en los estilos de vida y posibles aumentos de temperatura derivados del cambio climático.

Incorporar estos hallazgos en la planeación del sistema eléctrico en México podría tener implicaciones importantes a futuro. Para que los hogares en condiciones de pobreza eléctrica alcancen los umbrales de consumo eléctrico estimados, el consumo eléctrico del sector residencial tendría que incrementar aproximadamente 28% en el país. En algunas entidades, los requerimientos de suministro eléctrico adicional estimados para subsanar los problemas de pobreza eléctrica en 2016 son muy altos (Chiapas 137%, Hidalgo 81%, Estado de México y Puebla 64%). Los mayores desafíos se ubican en localidades rurales (63%), mientras que en las urbanas los desafíos son menores (22%).

Por localidad, por región climática o por entidad federativa, los problemas en el suministro eléctrico y los requerimientos para solucionar la pobreza eléctrica son muy variados y no se reflejan en la planeación del sistema eléctrico mexicano. Sin mayores consideraciones sobre el pronóstico del consumo eléctrico residencial, las posibilidades de que las nuevas centrales eléctricas y las adiciones o mejoras en los sistemas de transmisión y distribución tengan un efecto amplio en términos de pobreza eléctrica podrían ser limitadas.

Mónica Santillán Vera, Profesora Investigadora Titular de la División de Estudios sobre el Desarrollo, CIDE.
Mónica Santillán Vera, Profesora Investigadora Titular de la División de Estudios sobre el Desarrollo, CIDE. Miguel E. Núñez Santos