¿Por qué el centrismo neoliberal se ha convertido en “veneno electoral” en EEUU, Francia y Canadá?

(RODRIGO DUARTE, CORRESPONSAL EN MÉXICO. SPUTNIK)

Las recientes derrotas de Emmanuel Macron en Francia y Justin Trudeau en Canadá, sumado a la baja aprobación de Joe Biden en EEUU y sus deslucidos números en los sondeos para los comicios de este año, confirman que los autoproclamados líderes de Occidente son cada vez más impopulares en sus países.

En una nota publicada a finales de junio, a la manera de balance de la más reciente cumbre del G7 realizada en Italia, el popular diario canadiense The National Post publicó una columna titulada “No es solo Trudeau. Occidente está repleta de fracasos en la cima”. En ella, el medio explicaba que no era solamente el primer ministro canadiense el que estaba sufriendo de raquíticos números de aprobación y unas cada vez menores chances de éxito electoral a futuro.

Lo mismo, aludía The Post, estaba ocurriendo con los presidentes Joe Biden de EEUU y Emmanuel Macron de Francia, a los que calificaba de “líderes desacreditados” cuyos ciudadanos “no pueden esperar a deshacerse de ellos” ya que sus desempeños habían sido, juzgando por la opinión pública, “deprimentes”.

Unos días antes, el New York Times publicaba una evaluación similar. En el artículo “Los líderes mundiales impopulares: ¿por qué Biden no está solo en padecer de bajos números de aprobación?”, el diario señalaba los casos de Macron y Trudeau, además del mandatario estadounidense, como jefes de Estado que estaban padeciendo un dramático revés de sus fortunas políticas.

“La impopularidad de los tres mandatarios es sencilla: su fracaso en obtener resultados”

Estos tres líderes, que en algún momento fueron presentados como la esperanza en la que descansaba el futuro de Occidente y ahora solo reciben el desprecio de los votantes y la prensa, tienen en común haber sufrido recientemente en las urnas fuertes derrotas o estar a punto de sufrirlas. En el caso de Macron, tras haber sido humillado en las elecciones para el parlamento europeo, llamó a comicios para renovar el Congreso con la intención, dijo, de “clarificar” el escenario. La jugada culminó con la pérdida de casi 100 bancadas para su partido, quedándose así sin su mayoría, y el ungimiento de una improvisada coalición de partidos de izquierda como la primera fuerza del país.

Las cosas no han ido mejores para Trudeau. Luego de 9 años de gobierno, el primer ministro exhibe una cifra de desaprobación récord para un jefe de Estado en Canadá (76% según el ultimo sondeo de Ipsos) y los dirigentes del Partido Liberal reclaman no solo que renuncie a su intento de reelegirse en las elecciones del año próximo, sino también que dé un paso al costado como líder del partido, luego de la humillante derrota parlamentaria el pasado mes de junio en el distrito de Toronto —región históricamente gobernada por los liberales— a manos del principal partido opositor, los conservadores.

La situación es asombrosamente similar en el caso de Biden. Exhibiendo un bajísimo nivel de aprobación, y con un partido temeroso de una debacle asegurada si se mantiene como candidato, los legisladores demócratas, donantes y medios afines reclaman que Biden abandone sus ambiciones de reelegirse, escenario agravado por las notorias señales de declive mental que el mandatario viene exhibiendo desde hace meses, especialmente en su catastrófico debate con su adversario republicano Donald Trump.

¿Pero cómo pudieron haber llegado estos tres presidentes, que hace no mucho tenían a la mayoría de los medios y la elite mundial a favor, a una situación tan ruinosa? Para Demián Bio, internacionalista egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA), se trata de un escenario en el que confluyen numerosos motivos —muchos de ellos locales— pero donde se aprecian varias coincidencias.

“En primer lugar, diría que la principal razón por la impopularidad de los tres mandatarios es sencilla: su fracaso en obtener resultados que beneficien a la mayoría de la población. Sí, Macron también es impopular porque es arrogante; sí, Biden está viendo hace meses sus números caer por su evidente falta de capacidades cognitivas; y sí, Trudeau ha protagonizado escándalos de corrupción y es visto como un niño rico que llegó al poder por sus conexiones [su padre fue el ex primer ministro Pierre Trudeau], pero en todos los casos, el principal problema es que son vistos como líderes que no son efectivos“, afirma el experto.

Promesas que no se han cumplido

De acuerdo a Bio, Biden, Trudeau y Macron ofrecían a los electores una mejora de los servicios públicos, además de un crecimiento de la economía y crear sociedades menos desiguales y con más oportunidades, pero esas promesas no se han cumplido.

“Parte del presunto atractivo de este centrismo neoliberal es que estás siendo gobernando por tecnócrata y una persona seria, que si bien puede no ser carismática, es trabajadora y sabe lo que hace, por lo cual a ti también te va a ir bien. Pero nada de eso ha sucedido. La inflación en todos esos países ha crecido, el gasto público en cuestiones sociales ha bajado, con todos esos líderes prefiriendo invertir dinero impulsando conflictos militares fuera de frontera y en bajar los impuestos a las personas más ricas”, señala Bio.

El especialista señala que Trudeau, al notar que no podría mejorar los datos económicos como había prometido, recurrió a vender como su gran logro una expansión de derechos sociales vinculados a políticas identitarias. Eso funcionó por un tiempo, afirma Bio, pero luego la gente en Canadá se preguntaba por qué además de tener un gabinete conformado por mujeres y personas indígenas, no podían también tener crecimiento económico o una inflación a la baja.

“Con Biden ocurrió algo similar. Hizo campaña con una serie de políticas sociales —migración, acceso a la salud pública, etc— que implementaría, pero terminó enfocando su mandato en expandir la presencia militar de EEUU alrededor del mundo, en financiar a Israel y Ucrania para avanzar conflictos bélicos que benefician al complejo industrial militar de Washington, y se olvidó —tal vez literalmente— de todo lo demás. No sorprende entonces que el electorado afroamericano y latino se esté volcando en cifras récord a Donald Trump para estas próximas elecciones”, observa Bio.

En el caso de Macron, señala el experto, los ciudadanos franceses descubrieron rápidamente que su presunto centrismo era nada más que una estrategia electoral para apelar a la mayor cantidad de votantes, y terminó gobernando en beneficio de los más ricos, a los que les redujo los impuestos argumentando que así atraería al país más empresas y el desempleo bajaría, algo que no sucedió.

“Macron hizo campaña diciendo que con su llegada ya no habría necesidad de votar por socialistas o por el lepenismo, porque él gobernaría sin una doctrina y solo buscaría el bienestar de la mayoría. Sin embargo, en la práctica, elevó la edad de la jubilación, subió el precio de los servicios públicos, aumentó el gasto militar, implementando además todas estas medidas por decreto y eludiendo llegar a un consenso con la Asamblea Nacional”, señala Bio.

En todos los casos, explica, estas modalidades de gobierno autoritarias y la falta de éxito para frenar el aumento del costo de vida y el crecimiento de la inflación, las cuestiones que más preocupan a los ciudadanos de estos países según todas las encuestas, han sellado el futuro de estos mandatarios y también del centrismo neoliberal que venía a revolucionar la política en el siglo XXI, allanando el camino para el regreso de partidos y líderes más tradicionalmente de izquierda y derecha.

“Si hay una lección en esta experiencia fallida del centrismo neoliberal, es que si sus representantes impulsan las mismas políticas belicistas del pasado y favorecen solamente a los ricos, incluso si lo hacen bajo un disfraz más moderno y progresista, a la larga los ciudadanos, que lo que quieren principalmente es vivir dignamente y en paz, se dan cuenta que están siendo engañados por sus gobernantes. Y votan por la alternativa, cualquiera que esta sea”, concluyó.

© Brendan Smialowski