Presenta INAH los recién recuperados Códices de San Andrés Tetepilco

(ÁNGEL VARGAS. LA JORNADA)

Tres códices elaborados entre fines del siglo XVI y principios del XVII, en cuya factura se advierte la transición entre los mundos prehispánico y europeo, fueron recuperados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y dados a conocer este miércoles en una multitudinaria conferencia de prensa.

El acto fue encabezado por Baltazar Brito Guadarrama, director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH), en cuya bóveda de códices estas depositadas esas piezas pictográficas para su correcta preservación y que se prevé mostrar al público más adelante.

Tras comprobarse su autenticidad, se dijo, los tres documentos fueron adquiridos por 9.5 millones de pesos a una familia cuya identidad y demás datos fueron reservados por las autoridades a petición de aquélla. Se comentó que no son coleccionistas y poseían esos materiales desde hace varias generaciones.

Adquisición

La compra fue posible gracias a la participación del patronato del INAH y el donativo de un grupo de empresarios, entre ellos Isabel Grañén y Alfredo Harp Helú, Claudia Madrazo y Roberto Hernández, Manuel Romo, Manuel Arango y Blanca y Antonio del Valle, indicó la presidenta de dicho patronato, Altagracia Gómez Sierra, quien detalló la cantidad pagada por esos bienes históricos.

Los especialistas que han participado en el estudio de esas piezas, provenientes del INAH y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), las denominaron Códices de San Andrés Tetepilco, y destacaron en particular una de ellas, bautizada como Tira de Tetepilco por su dimensión formal, factura e información.

Elaborado en papel amate, al igual que los otros dos ejemplares, este códice está integrado por la unión de 20 láminas, cada una con un promedio de 28 centímetros de ancho por 18 de alto, que conforman una especie de biombo con una extensión de 560 centímetros.

En él se registró la historia de Tenochtitlan con énfasis en cuatro episodios principales: la fundación de la ciudad, el registro de los tlaloque o gobernantes en tiempos prehispánicos, la llegada de los conquistadores españoles en 1519 y el periodo colonial hasta 1611, aunque el último acto registrado fue la llegada del virrey Juan de Mendoza y Luna, en 1603.

La llamada Tira de Tetepilco comprende desde el año 1300 hasta principios del siglo XVII, pero si lo conjuntamos con la Tira de la Peregrinación (o Códice Boturini), que abarca desde la salida de los mexicas de Aztlán hasta el cautiverio en Colhuacán, podemos lograr una reconstrucción paralela o semejante a la del Códice Aubin, que relata la versión española de la historia del pueblo mexica, resaltó el historiador Rafael Tena.

María Castañeda de la Paz, especialista en análisis de manuscritos pictográficos, describió ese códice como un documento espectacular a la vista, por el colorido que tiene, en el que se usaron básicamente cuatro colores: amarillo ocre, rojo, negro y azul.

Un gran tlacuilo

“Es un documento de muy buena factura; el pintor o tlacuilo tiene una gran maestría técnica y es una persona que se mueve fácilmente entre los dos mundos: representa a la población indígena dentro de los cánones prehispánicos –por ejemplo, a los gobernantes siempre de perfil, un tanto rígidos–, y cuando aparecen los españoles intenta dar movimiento a la figura: de tres cuartos, de frente, flexionan la rodilla. Lo mismo hace con las construcciones: los templos prehispánicos aparecen de perfil, mientras las españolas, de tres cuatros o de frente, hay perspectiva y sombra. En ese sentido, vemos que es un gran artista, un maestro en el arte de pintar.”

Entre otras escenas representadas en tal documento, la especialista del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM destacó que en el segmento dedicado a los gobernantes mexicas hay dos escenas históricas de gran significado.

Una de ellas corresponde al tiempo de Izcóatl, cuarto tlatoani de Tenochtitlan, que gobernó entre 1427 y 1440, quien en ese documento aparece acompañado de Moctezuma Ilhuicamina, antes de que éste fuera gobernante y luce ataviado como guerrero, en referencia a la conquista que hizo de Tetepilco.

La llegada de los conquistadores españoles, agregó, está representada con una imagen de Hernán Cortés como centurión romano, con un casco muy bonito de plumas y un escudo también muy espectacular, pero en este momento vemos que el escribano comienza a hacer una correlación entre el calendario prehispánico y el europeo. Es cuando por primera vez vemos una fecha europea: 1519.

Material reutilizado

Los otros dos códices aún no tienen nombre. Uno de ellos contiene información histórico-geográfica relacionada con la fundación del pueblo de San Andrés Tetepilco, localizado en la actual alcaldía de Iztapalapa. Incluye registros, coincidentes con ubicaciones reales, de los topónimos de Culhuacán, Tetepilco, Tepanohuayam, Cohuatlinchan, Xaltocan y Azcapotzalco.

Según el historiador Michel Robert Oudijk, del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, además del valor del pasaje histórico que refiere, este documento sobresale porque es un material reutilizado, con varias capas de imágenes que son invisibles a simple vista, pero que emergieron a raíz de estudios con una cámara especial.

Se aplicaron una serie de técnicas de imagen avanzada con luz infrarroja, que nos permitió ver a través de los parches y de los soportes de los diferentes folios, lo cual reveló imágenes con motivos prehispánicos subyacentes que son muy interesantes y serán revelados; también hay una escena de una procesión cristiana. Esto hace único a este documento, a pesar de su aparente sencillez, indicó José Luis Ruvalcaba, del Instituto de Física de la Universidad Nacional, quien tras aplicar una serie de estudios a los tres códices pudo determinar que por sus materiales y composición son una transición entre el mundo prehispánico y el mundo europeo.

El tercero de esos documentos pictográficos, el más dañado de todos, es un inventario de la iglesia de San Andrés Tetepilco, formado por dos hojas con una lista de los bienes de dicho templo. Su relevancia estriba, a decir de Oudijk, en que es el único inventario pictográfico (de iglesias) que tenemos.

La Tira de Tetepilco (detalle).Foto ©SC, INAH y BNAH

El inventario de la Iglesia de San Andrés Tetepilco, el único pictográfico que tenemos, aseveró el historiador Michel Robert Oudijk.Foto ©SC, INAH y BNAH