(KARLA PACHECO. EXCÉLSIOR)
En México, cada año aumentan las quejas de consumidores que ven cómo sus dispositivos electrónicos o electrodomésticos dejan de funcionar antes de lo esperado.
Ante esto, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) dedicó la edición de septiembre de la Revista del Consumidor a explicar este fenómeno, conocido como obsolescencia programada, y a detallar los riesgos que implica tanto para la economía familiar como para el medio ambiente.
¿Qué significa la obsolescencia programada?
El término obsolescencia programada se refiere a la práctica empresarial de diseñar productos con una vida útil limitada. En lugar de durar muchos años, los equipos están fabricados para presentar fallas en periodos relativamente cortos o para volverse incompatibles con nuevas tecnologías.
Esto no ocurre únicamente con celulares o computadoras. También afecta a pantallas, refrigeradores, lavadoras, microondas, impresoras y otros aparatos que resultan indispensables en la vida diaria.
Según Profeco, lo que parece un desperfecto común o una falla repentina responde, en realidad, a una planeación previa de los fabricantes que buscan incentivar la compra de modelos más nuevos.
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¿Qué tipos de obsolescencia aplican los fabricantes?
La obsolescencia no se manifiesta de una sola forma. Profeco identifica varias modalidades:
- Física: se usan materiales frágiles o piezas que fallan con rapidez.
- Estética: el diseño queda obsoleto y se incentiva al consumidor a cambiar por un modelo “moderno”.
- Funcional: aunque el aparato sirve, deja de ser compatible con software o tecnologías recientes.
- Indirecta: el equipo no puede repararse porque ya no hay refacciones ni soporte técnico.
- Percibida: mediante marketing o presión social, el usuario siente que su producto ya no sirve, aunque sí lo haga.
¿Por qué es un problema la obsolescencia programada?
Las consecuencias de esta estrategia empresarial se dividen en dos frentes principales:
- Impacto ambiental: México genera alrededor de 1.2 millones de toneladas de basura electrónica al año, lo que equivale a llenar varias veces el Estadio Azteca. Estos residuos suelen terminar en tiraderos a cielo abierto, donde liberan sustancias tóxicas que contaminan tierra y agua. Además, la producción constante de nuevos aparatos acelera el uso de recursos naturales no renovables y aumenta la emisión de gases de efecto invernadero.
- Impacto económico: los consumidores gastan con mayor frecuencia en productos que deberían tener más durabilidad. Esto representa un gasto adicional para las familias, especialmente en bienes de uso cotidiano.
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¿Qué propone Profeco para enfrentar este fenómeno?
La Profeco plantea varias acciones para reducir los efectos de la obsolescencia programada:
- Fortalecer la gestión de residuos electrónicos, con mejores sistemas de recolección y reciclaje.
- Regular estas prácticas para evitar que los fabricantes reduzcan de manera intencional la vida útil de los aparatos.
- Fomentar la economía circular, a través de la reparación, reutilización y reciclaje de productos.
- Educar a la población en consumo responsable, explicando cómo identificar prácticas de obsolescencia y qué alternativas sostenibles existen.
La institución subraya que no basta con la acción de los consumidores. También se necesita que las empresas asuman la responsabilidad de diseñar equipos más duraderos y que se impulse un marco regulatorio claro.
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¿Cómo afecta directamente a los consumidores en México?
Para las familias mexicanas, este problema significa enfrentar gastos inesperados al tener que reemplazar aparatos que, en teoría, debieron durar más tiempo.
Además, muchas veces los usuarios se ven presionados a adquirir modelos recientes por cuestiones de compatibilidad tecnológica o de moda, lo que refuerza el ciclo de consumo acelerado.
