La mortalidad materna es uno de los principales indicadores para saber si un sistema de salud es bueno o no y en países como México desafortunadamente sigue siendo muy alta la mortalidad, de acuerdo con la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud, la razón de mortalidad materna (RMM) en 2023 fue de 25.6 defunciones por cada 100 mil nacimientos, aunque esto representa una disminución de 18.7% con respecto a la misma semana epidemiológica del año anterior, y 46.4% con respecto a 2011, el tema sigue siendo un pendiente para la salud pública.
Y es que al morir una mujer, el problema se agrava. Si pensamos en los niños que quedarán huérfanos luego de que su madre no pueda superar el parto, incluso los pone en riesgo de muerte. De acuerdo con los datos estadísticos, ellos tienen hasta cuatro veces más riesgo de morir. “El contexto de salud y social que involucra la muerte de una mujer embarazada es más amplio de lo que se piensa”, asegura el doctor Raigam Martínez Portilla, gineco-obstetra y especialista en medicina materno-fetal y cirugía fetal.
En el país al año más o menos se dan 1.8 millones de embarazos, hasta la semana pasada de 2024 se contabilizan 112 muertes maternas. El simple hecho de ser una mujer embarazada sin duda conlleva a un riesgo mayor de muerte, ¿qué podemos hacer al respecto? De acuerdo con los especialistas, la información es clave.
Hemorragia y preeclampsia, las dos principales causas de muerte materna
De acuerdo con el doctor Alejandro Posadas Nava, ginecobstetra con subespecialidad en medicina materno fetal, la muerte materna se presenta en una mujer durante su proceso de embarazo, desde la fecundación hasta el puerperio que son 42 días después del nacimiento del bebé. Al tener bien identificado este periodo asegura que los eslabones críticos para salvar la vida de una mujer embarazada son el control prenatal, la respuesta inmediata, medicamentos eficientes y personal de salud capacitado, ¿por qué?
La hemorragia obstétrica es la principal causa de muerte, el especialista explica que en todo el mundo hay sangrados postparto de alrededor de 12 millones, a causa de esto alrededor de 270 mil mujeres mueren. “Aunque biológicamente una mujer tiene la capacidad de adaptarse y permitir que un nuevo ser crezca en su interior , los cambios que ese organismo genera para permitir ese desarrollo son tremendos. Cualquier humano que no estuviera embarazado, colapsaría y moriría por el gasto cardíaco, el volumen circulante, función renal, etcétera”.
Lo que sucede es que el volumen circulante (volumen de sangre arterial que perfunde eficazmente el tejido) aumenta alrededor de un 50% en el embarazo. El ser humano adulto tiene entre 5 y 6 litros de volumen circulante en nuestro torrente sanguíneo, una mujer embarazada tiene de 8 a 9 litros. “Un útero no embarazado tiene un flujo sanguíneo de alrededor de 60 a 100 ml por minuto, una mujer embarazada incrementa de 500 a 700 ml por minuto por cada arteria uterina para permitir que crezca el producto, si sumamos las dos arterias uterinas son mil a mil 400 ml por minuto”.
Es por eso que una mujer que comienza a sangrar por minutos sin lograr contenerlo, corre un grave peligro, las acciones inmediatas y efectivas son fundamentales, pero todavía existen obstáculos, como la falta de preparación médica, la falta de instrumentación, de medicamentos, e incluso la ubicación geográfica y acceso a los servicios para poder atender a una paciente.
“En las hemorragias el 60% de las mujeres que sangran no tienen ningún factor de riesgo, lo cual se traduce en que cualquier mujer, en cualquier momento, con un embarazo normoevolutivo puede sangrar espontáneamente, estos casos no se pueden anticipar”, por ello los especialistas deben estar preparados con técnicas como el uso del ácido tranexámico que pertenece a un grupo de medicamentos denominados fármacos antifibrinolíticos y que se utilizan para detener o reducir el sangrado.
Sobre la preeclampsia, para el doctor Martínez Portilla, , lo más importante es llevar un buen control prenatal, por lo menos siete consultas de calidad. A diferencia de la hemorragia, que muchas veces es impredecible, en la preeclampsia se deben buscar los factores de riesgo que permiten diferenciar a las mujeres que pudiesen desarrollar esta condición.
Se trata de la segunda causa de muerte materna y se describe como la parte grave de la hipertensión en el embarazo, esto se asocia a daños en el organismo, como riñones, elevación de enzimas hepáticas (hígado dañado), entre otros factores. Esta es una enfermedad de la placenta, “lo que sucede es que no logra hacer bien su trabajo y funciona a un 50%, por lo que recibe poco aporte tanto para el bebé como para la protección de la madre. Globalmente para una de cada diez mujeres la placenta no puede funcionar bien. Esta placenta empieza a sufrir y a producir proteínas como la sFlt-1 que va al torrente sanguíneo de la mamá y provoca daños que redundan en la preeclampsia”.
Explica que los extremos de la vida reproductiva, es decir madres jóvenes y madres grandes, tienen cuatro veces más riesgo, también mujeres con enfermedades como diabetes, hipertensión crónica, diabetes gestacional, enfermedades raras como lupus, alto índice de masa corporal, embarazos previos con preeclampsia, todo esto incrementa el riesgo de desarrollar preeclampsia.
Por ello lo más importante es que los médicos sean capaces de identificar estos factores que nos permitan saber qué madres requieren una vigilancia mucho más especializada, esto hace una gran diferencia. “La diferencia está en intentar estrategias de prevención para mejorar el trabajo de la placenta. También se tienen medicamentos farmacológicos que ayudan a disminuir la presión arterial, esto reduce la morbilidad, es decir infartos cerebrales, daño renal y que en un futuro también reduzcan riesgo de infarto, daño al hígado”. En general se utiliza Labetalol, que apenas desde 2021 está disponible en México y que se espera que más médicos conozcan su uso para salvar más vidas.
La lucha por disminuir la muerte materna continúa, la Organización Mundial de la Salud sigue haciendo énfasis en que países como México deben abordar cuanto antes las desigualdades en el acceso a los servicios de atención de la salud reproductiva, materna y neonatal, así como la calidad de estos, además de garantizar la cobertura sanitaria universal para una atención integral de la salud reproductiva, materna y neonatal.
Foto EE: Nelly Toche