Roland Busch (Siemens): “La ruptura de Occidente con China no ocurrirá: el vínculo comercial y tecnológico es muy grande”

IGNACIO FARIZA. EL PAÍS

Roland Busch (Erlangen, Alemania, 58 años) es uno de los ejecutivos más poderosos de Europa. Siemens, el gigante multisectorial del que es presidente y consejero delegado, es la octava empresa más valiosa del Viejo Continente, codo con codo con la francesa Total o la española Inditex. Llega a España con una inversión bajo el brazo: 160 millones de euros en una nueva sede. En los últimos tiempos, sin embargo, los focos están en otro lado: en la delicada situación financiera de Gamesa, el fabricante vasco de aerogeneradores propiedad de su filial energética. La conversación se produce pocos días antes de que el Gobierno alemán presentase su estrategia para lidiar con China, primer cliente alemán y que es, a la vez, “socio, competidor y rival sistémico”, según la ministra de Exteriores germana, Annalena Baerbock.

Respuesta. Es muy sencillo: somos dos compañías diferentes, y Siemens tiene un 30% de Siemens Energy. Ese sobrecoste de 1.000 millones nos ha sorprendido.

Pregunta. La paradoja es potente: anuncian inversiones de 2.000 millones por la buena marcha de sus principales negocios y una semana después Siemens Energy se hunde en Bolsa por nuevos sobrecostes en Gamesa. ¿Cómo se explica?

P. No lo esperaban

R. No, porque ya habían hecho dos profit warnings exactamente por las mismas razones y pensábamos que [el problema] había terminado. Ahora estamos a la espera de la cifra final, que esperamos que esté lo más cerca posible de la que han anunciado ya.

P. ¿En qué punto se encuentra Siemens Energy tras estos problemas?

R. El negocio energético no relacionado con el viento marcha bastante bien, y creemos que ha estado infravalorado por el mercado: las turbinas de gas se han recuperado y la inversión en redes es enorme.

P. ¿Y Gamesa?

R. Hay que diferenciar entre la eólica marina y la terrestre. En el primer caso, la calidad es buena y los precios que salen de las subastas son competitivos. Es la eólica terrestre la que aún no parece estar bajo control, pero creo que podrán darle la vuelta a la situación.

P. El jefe de Siemens Energy ha llegado a aludir a “problemas culturales”. ¿Qué opina?

R. Es una pregunta que debería hacer a Christian Bruch [el máximo responsable de Siemens Energy] o a Jochen Eickholt [consejero delegado de Siemens Gamesa].

P. Pero usted también tendrá una posición al respecto.

R. Creo que en Siemens tenemos una cultura muy abierta, con una mentalidad de crecimiento. Tratamos de aprender de nuestros errores y no cometerlos de nuevo.

P. ¿Cree que la decisión de comprar Gamesa fue la correcta? Si se le plantease ese mismo dilema hoy, ¿haría exactamente lo mismo que entonces?

P. ¿Por qué están sufriendo tanto todos los fabricantes occidentales de aerogeneradores?

R. Es una cuestión un tanto hipotética. Hay que mirar al frente y solucionar los problemas.

R. Creo que están en un mercado muy competitivo y afectado por los problemas en las cadenas de suministro. En el futuro, seguirá creciendo y mejorará. Pero la cuestión está en los márgenes.

P. Siemens es un buen termómetro de la economía global. ¿En qué momento estamos?

R. Vemos un mercado global débil en los dos próximos trimestres. Las subidas de tipos están presionando al consumo, así que es bastante natural este bajo crecimiento. Esperábamos que China se recuperase en la segunda mitad del año, pero probablemente acabe tomando algo más de tiempo. India, en cambio, lo está haciendo muy bien.

P. ¿Puede el BCE pasarse de frenada?

R. El mayor riesgo habría sido que el BCE no hubiese sido claro y no hubiese subido suficientemente los tipos. Ha tomado el camino correcto. Vamos en la dirección adecuada, pero aún pasarán un par de trimestres más hasta que regrese a la normalidad.

P. Más allá de lo macro, ¿cómo afecta a Siemens la subida de tipos?

R. Estamos muy bien capitalizados. Hay muchas compañías ahí fuera con mayores problemas financieros y de refinanciación. No es algo que me quite el sueño por la noche.

P. Pero el mayor precio del dinero está penalizando los mercados en los que operan.

R. Es algo que vemos, pero los mercados en los que operamos son de crecimiento y nuestra perspectiva, de largo plazo. Tenemos vientos de cola en la automatización, la digitalización y la sostenibilidad. Si nuestro crecimiento medio anual es tan alto, del 7%, es porque operamos en sectores empujados por la tecnología.

P. El envejecimiento es un reto para las sociedades de todo el mundo, sobre todo en Occidente. Para ustedes, en cambio, es una oportunidad.

R. Absolutamente. Tanto por el sector salud como porque una sociedad envejecida tendrá menos trabajadores y, si quiere seguir creciendo, tendrá que añadir digitalización y automatización. Y nosotros tenemos la tecnología para ello. Incluso en China, el mercado laboral ha llegado a su pico.

P. ¿Hay riesgo de que Europa se quede atrás tras la Ley de Reducción de la Inflación en EE UU?

R. Sí. La gran diferencia es que allí el dinero se invierte más rápido. En Europa, aunque también están llegando muchas inversiones, como en fábricas de baterías o en hidrógeno, todo toma más tiempo. Incluso cuando el dinero está listo, hay mucha regulación que cumplir hasta la aprobación definitiva.

P. ¿Ve más atractivo, entonces, el mercado estadounidense?

R. Nuestra exposición a EE UU en ingresos es del 24%, frente al 18% de Alemania o el 13% de China. Nos encantan nuestros proyectos en Europa, porque tenemos un ecosistema aquí y una relación muy fuerte, de largo plazo, con nuestros clientes. Nuestro único punto es el de la regulación. Tenemos que adoptar y desplegar la tecnología tan rápido como sea posible, porque la innovación es un factor clave para el éxito futuro de Europa.

P. ¿Cómo ve el intento occidental de desacoplarse de China?

R. No hablaría de desacoplamiento porque, para mí, no es algo real. No ocurrirá. El vínculo comercial y tecnológico es tan grande que no es una opción. Lo que sí estamos viendo es una diversificación de las empresas para aumentar su resiliencia. No es nada en contra de China o de cualquier otro país: ningún tipo de dependencia es buena. Hay que ir hacia un suministro múltiple, con al menos dos países y dos empresas proveedoras.

P. Prefiere, entonces, la estrategia de “China+1″.

R. Tampoco me gusta esa expresión, porque no importa de qué país hablemos: para otros, la dependencia excesiva puede ser de EE UU. Honestamente, si hablamos de una dependencia crítica, pensemos que más del 90% de los chips de alto rendimiento del mundo proceden de una única empresa [TSM] y un único país [Taiwán]. La optimización de costes, optar por lo más barato una y otra vez, es lo que nos ha traído hasta aquí.

P. ¿Siente presión de los inversores para reducir la dependencia de China?

R. Tenemos 40.000 empleados en EE UU y 30.000 en China. Defenderemos nuestra cuota de mercado y la ampliaremos si podemos. Y, al mismo tiempo, analizamos cualquier tipo de dependencia en nuestros suministros. No siento ninguna presión para dejar de seguir esa estrategia, que es positiva para la compañía. Acabamos de anunciar una inversión de 2.000 millones: en China, en Singapur, en España, en Alemania, en EE UU… Me siento muy cómodo.

P. ¿Da por zanjada la crisis energética?

R. Ha terminado, sí, pero estamos en medio de una gran transformación. Vamos a necesitar mucha inversión en almacenamiento y en gestión de redes, que ya no son unidireccionales. Hay que gastar dinero ahora para tener una energía barata en el futuro: la velocidad de la transformación no es suficiente para cumplir los objetivos. Aún tenemos que alcanzar un momentum para cumplir con [el acuerdo de] París.

P. En pleno movimiento de relocalización de las cadenas de valor, ¿es factible traer industria de vuelta a Europa?

R. Sí, sí, sí. Europa es un mercado enorme y lo mejor que puedes hacer es invertir en industrias clave que quieras que estén aquí: hidrógeno, baterías, semiconductores… La tecnología, la digitalización y la automatización, nos permiten levantar fábricas competitivas en países de altos costes.

P. 2023 ha sido el año de la eclosión definitiva de la inteligencia artificial.

R. Solo era cuestión de tiempo. Y todavía estamos al principio de lo que veremos en los 10 próximos años: lo más emocionante está aún por llegar. La inteligencia artificial será necesaria para poder seguir creciendo con mercados laborales con cada vez menos fuerza de trabajo.

Ignacio Fariza

Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.