Rumbo al crecimiento

(ROLANDO CORDERA. EL FINANCIERO)

Sin que podamos dar por superadas las muchas divergencias que dominan nuestras estructuras económicas y sociales, hay indicios de que la economía podría entrar en una nueva trayectoria de crecimiento, más alto que el registrado por décadas, en buena medida sustentado en olas de acumulación de capital, portadoras de progreso técnico, asociadas a los cambios impuestos por la geopolítica global.

Oleada inversionista que parece recoger grandes inversiones hechas por el Estado mexicano, sobre todo en el Sur-Sureste, pero también por empeños renovados en maquinaria y equipo, tanto importados como producidos dentro del país. En apretado resumen consignemos que, entre enero y junio de este año, la inversión total en maquinaria y equipo creció un 19.6 por ciento respecto del periodo similar en 2022; asimismo, la importación en el rubro avanzó 24.09 por ciento (la hecha en México lo hizo al 12.02 por ciento). Por su parte, la inversión en construcción llegó al 17.74 por ciento, cuando en 2022 fue de 5.59 por ciento.

Es muy probable que esta dinámica esté asociada con diversos emprendimientos vinculados con la estrategia llamada nearshoring, una serie de decisiones mayores de relocalización de plantas y de inversiones en regiones y países que ofrezcan protección a los nerviosos capitales ante los embates geoestratégicos desatados por el agudizamiento del conflicto entre China y los Estados Unidos de América. En este contexto, la inscripción de México en la región norte del hemisferio occidental, no solo por el mandato inapelable o casi de la geografía, ofrece ventajas; también juega un papel importante, su compleja, pero eficaz asociación con las economías de Estados Unidos y Canadá en el T-MEC, factor que puede ser cada vez más una determinante.

Sin embargo, como es posible comprobar a lo largo de nuestra historia reciente, las condiciones anteriores si bien son necesarias no son las únicas. Es imprescindible tener no solo la capacidad sino la decisión de profundizar esos vínculos y volverlos grandes puentes de industrialización, innovación y transformación productiva.

Conviene, en este sentido, tener presente que, en sus primeras fases de vecindad con el libre comercio institucionalizado en el Tratado, la visión que se impuso fue la de atribuir al mercado enorme y en ampliación que prometía la sociedad norteamericana no solo todas las “facilidades” para desplegar sus operaciones y movimientos, sino se daba por cierto que lo demás “se daría por añadidura”.

En la cuneta quedaron proyectos de inversión y acumulación compartida y a largo plazo, igual que el despliegue de una política industrial imaginativa que dotara al Estado y a la sociedad mexicanos de nuevos sentidos de misión que llevaran a la economía “más allá” del mercado y sus promesas no siempre cumplidas…ni necesariamente cumplibles.

Si hoy, como han insistido en estas páginas Enrique Quintana y Clemente Ruiz Durán emerge un nuevo paquete de oportunidades y potencialidades, es necesario tener presentes los errores y omisiones cometidos, que no han sido pocos, y evitar repetirlos como no cesó de señalarlo el querido Jaime Ros, a quien rendimos homenaje el miércoles en la Librería Rosario Castellanos del FCE, donde se presentó su formidable libro: La riqueza de las naciones en el siglo XXI. Desarrollo económico, crecimiento e instituciones (FCE y CIDE, 2022).

Ahí entre muchas otras reflexiones escribe una llamada de atención, primordial para lo que hemos estado comentando en estas líneas:

“(…) En lo que respecta a la búsqueda de “el” determinante fundamental del desarrollo (…) es decir, si son las instituciones, la geografía, la apertura o algún otro determinante profundo el que “gobierna” el desarrollo, parece claro que, probablemente, la búsqueda misma es improductiva en sí misma”.

“En 1986 (…) William Baumol observó y se quejó de que la economía moderna del crecimiento descuidaba la historia económica. Veintisiete años después, su observación sigue siendo pertinente: para avanzar en la comprensión de esos determinantes e interacciones, la economía moderna del desarrollo y la teoría del crecimiento económico necesitan abrevar mucho más en la historia económica”.