(GERARDO HERNÁNDEZ. EL ECONOMISTA)
En 2019 inició la política de recuperación salarial con incrementos históricos al salario mínimo. Desde ese año hasta la fecha, la remuneración básica ha tenido un crecimiento acumulado de 108% y estos ajustes se han reflejado en una evolución constante de los ingresos de la fuerza laboral.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), entre el primer trimestre del 2018 y el mismo período de 2024, los ingresos de la fuerza laboral crecieron casi 19% en términos generales, las percepciones en el sector formal tuvieron el mejor comportamiento.
Antes de que iniciara la política de recuperación salarial, los ingresos mensuales fluctuaban sin una tendencia marcada, pero desde hace cinco años, se observa un crecimiento en cada arranque de año, según un análisis de la organización México ¿Cómo Vamos? (MCV).
“El salario mínimo había permanecido estancado cercada de 30 años, entre 1993 y 2018, permaneció constante e incluso con pérdidas en términos reales. Lo que se ha observado con los incrementos, es una estacionalidad en los aumentos de ingresos promedio, específicamente entre el primero y segundo trimestre de cada año”, expone Axel Eduardo González, coordinador de Datos de MCV.
En el sector formal, las percepciones de la población ocupada han mostrado una mejor evolución, actualmente el ingreso mensual promedio en la formalidad es de 13,041 pesos, eso representa un crecimiento de alrededor de 17% con respecto a lo observado en 2018.
Los aumentos al salario mínimo han tenido un efecto faro en los ingresos en la informalidad, su ritmo de crecimiento ha sido similar en los últimos seis años al del empleo formal; pese a ello, apenas han alcanzado un promedio de 6,923 pesos al mes.
Pero en la economía informal, la evolución de las percepciones también puede estar vinculada a una dinámica de mercado, indica el especialista de MCV. A diferencia del sector formal, donde los ajustes al salario mínimo tienen un impacto directo.
“Esto es uno de los grandes pendientes del mercado laboral mexicano. Al estar fuera de la legislación laboral, el empleo informal no se ve implicado en las mejoras que ha habido en las condiciones laborales recientemente”, apunta Axel Eduardo González.
Pese a la recuperación del ingreso en ambos sectores, la brecha de percepciones entre el sector formal e informal se mantiene amplia. Las personas ocupadas en la formalidad ganan en casi el doble que quienes están en la economía informal, de acuerdo con el análisis de MCV.
A decir del especialista, esta brecha de ingresos confirma el reto que aún tiene México por reducir la informalidad. “Sí hay una tendencia a la baja histórica, pero se reduce muy lento. Cuando empezó la serie en 2005, la informalidad laboral era de alrededor del 59%, y así se mantuvo hasta el 2012 y después comenzó a la baja, para el 2018 era 56% y después de seis años, está en 54.3%, eso nos habla de una disminución de cuatro o cinco puntos en un período de 20 años”.
La disminución lenta que ha tenido la informalidad en dos décadas es un reflejo de la necesidad de “realizar políticas de desarrollo que generen una mayor empleabilidad en la formalidad”.
Brecha salarial de género se mantiene
Pese a la evolución de las percepciones de la población ocupada, la brecha salarial de género se mantiene. Según el análisis de MCV, en el primer trimestre del año, los ingresos de las mujeres fueron 1.2 veces inferiores al de los hombres.
“Esta brecha en el ingreso laboral mensual promedio entre hombres y mujeres se observa tanto en el empleo formal como en el informal. El ingreso laboral mensual promedio de los hombres en un empleo formal es 1.14 veces superior al de las mujeres en la misma situación, mientras que en el caso de un empleo informal, el ingreso laboral mensual promedio de los hombres es 1.35 veces superior al de las mujeres”, indica la organización a través de su Observatorio del Mercado Laboral.
Para Axel Eduardo González, aunque hay resultados positivos en los ingresos promedio, permanecen las fallas estructurales del mercado laboral como la brecha salarial de género y una baja participación laboral de las mujeres.
Todo está conectado. La baja participación laboral femenina tiene un vínculo con las dinámicas de trabajo no remunerado, lo que genera una mayor tendencia de las mujeres a emplearse en la informalidad, un sector donde los ingresos suelen ser más castigados.
“Si queremos mejorar la calidad de vida de las personas, es necesario corregir estas fallas estructurales”, insiste el especialista.