Se ve reinventado el cultivo del arroz

SOMINI SENGGUPTA Y TRAN LE THUY. THE NEW YORK TIMES

Vietnam (27 mayo 2023).- El arroz está en problemas a medida que se calienta la Tierra, amenazando la comida y el sustento de miles de millones de personas. A veces no hay suficiente lluvia cuando las plántulas necesitan agua, o demasiada cuando las plantas necesitan mantener la cabeza fuera del agua. Si el mar invade, la sal arruina la cosecha. Al acalorarse las noches, las cosechas bajan.

Estos peligros están obligando al mundo a encontrar nuevas formas de realizar uno de sus cultivos más importantes. Los productores de arroz están cambiando sus calendarios de siembra. Los fitogenetistas están trabajando en semillas que resistan altas temperaturas o suelos salinos. Antiguas variedades resistentes están siendo resucitadas.

Y donde el agua se está agotando, como sucede en muchas partes del mundo, los agricultores dejan que sus campos se sequen a propósito, una estrategia que también reduce el metano, un gas de efecto invernadero que se eleva de los arrozales.

La crisis climática es particularmente angustiosa para los agricultores con poca tierra, incluyendo a cientos de millones de agricultores en Asia. “Tienen que adaptarse”, dijo Pham Tan Dao, director de irrigación en Soc Trang, una provincia de Vietnam, uno de los mayores países productores de arroz del mundo. “De lo contrario, no pueden vivir”.

En China, un estudio encontró que las lluvias extremas habían reducido las cosechas de arroz en los últimos 20 años. India limitó las exportaciones de arroz ante la preocupación de tener suficiente para alimentar a su propia gente.

En Pakistán, el calor y las inundaciones destruyeron las cosechas, mientras que en California una larga sequía llevó a muchos agricultores a dejar sus campos en barbecho.

Hace 50 años, el mundo necesitaba producir mucho más arroz para evitar la hambruna. Las semillas híbridas de alto rendimiento, cultivadas con fertilizantes químicos, ayudaron. En el delta del Río Mekong, en Vietnam, los agricultores producían hasta tres cosechas al año, alimentando a millones en el País y el extranjero.

Pero a nivel mundial, esa producción intensiva ha agotado los acuíferos, aumentado el uso de fertilizantes, reducido la diversidad de variedades de arroz que se plantan y contaminado el aire con el humo de la quema de rastrojos. Además, el cambio climático ha alterado el ritmo de la luz del sol y la lluvia del que depende el arroz.

Los agricultores del delta del Río Mekong ya no siembran una tercera cosecha de arroz algunos años, cuando las lluvias son escasas.

Quizás lo más preocupante, porque el arroz es consumido todos los días por aproximadamente 3 billones de personas en el mundo, las concentraciones elevadas de dióxido de carbono en la atmósfera merman los nutrientes de cada grano. El arroz también representa alrededor del 8 por ciento de las emisiones globales de metano.

“Es cuestión de producir más con menos”, dijo Lewis H. Ziska, profesor de ciencias de la salud ambiental en la Universidad de Columbia, en Nueva York. “¿Cómo haces eso de una manera que sea sostenible? ¿Cómo se hace eso en un clima que está cambiando?”.

Vietnam se está preparando para dejar fuera de producción unas 100 mil hectáreas en el delta del Mekong. En 1975, enfrentando hambruna después de la guerra, la nación decidió cultivar más arroz. Con el tiempo se convirtió en el tercer mayor exportador de arroz del mundo después de India y Tailandia, siendo el delta del Mekong su región más preciada.

Al mismo tiempo, los humanos alteraron al Río Mekong. Comenzando en el sureste de China, serpentea por Myanmar, Laos, Tailandia y Camboya, interrumpido por muchas presas. Para cuando llega a Vietnam, queda poca agua dulce para eliminar el agua de mar que se filtra tierra adentro. El aumento al nivel del mar trae más agua de mar. Los canales de riego se vuelven salados. El problema va a empeorar a medida que aumenten las temperaturas.

Pham dijo que donde el agua salada solía invadir unos 30 kilómetros durante la estación seca, ahora puede llegar a 70 kilómetros tierra adentro.

Y el cambio climático conlleva otros riesgos. Ya no se puede contar con que la temporada del monzón comience en mayo. Y así, en los años secos, los agricultores ahora se apresuran a sembrar arroz de 10 a 30 días antes de lo habitual. En las zonas costeras, muchos alternan entre el arroz y los camarones, a los que les gusta un poco de agua salada. Los camarones generan grandes ganancias, pero también altos riesgos. La enfermedad fácilmente se instala y la tierra se vuelve estéril.

Dang Thanh Sang, de 60 años, un productor de arroz de toda la vida en Soc Trang, planta arroz cuando hay agua dulce en los canales y camarones cuando el agua de mar se filtra. “No es mucho dinero como cultivar sólo camarón”, dijo. “Pero es más seguro”.

En la Universidad Estatal de Arkansas, el laboratorio de Argelia Lorence tiene 310 tipos de semillas de arroz.

Muchas son antiguas, rara vez cultivadas ahora. Pero tienen superpoderes genéticos que Lorence, bioquímica de plantas, está tratando de encontrar, particularmente los que permiten que las plantas de arroz sobrevivan las noches calurosas.

Lorence forma parte de un ejército de genetistas del arroz que desarrollan nuevas variedades para un planeta más cálido.

El nuevo horizonte de la investigación del arroz involucra a Crispr, una tecnología de edición de genes que los científicos estadounidenses están utilizando para crear una semilla que prácticamente no produce metano. (El arroz modificado genéticamente sigue siendo controvertido y sólo un puñado de países permiten su cultivo).

En Bangladesh, donde el arroz se consume en cada comida, los investigadores han producido nuevas variedades para las presiones climáticas con las que están lidiando los campesinos.

Algunas pueden crecer cuando se ven sumergidas unos días en las aguas de inundación. Otras pueden crecer en suelos que se han vuelto salados. Los investigadores dicen que en el futuro el País necesitará nuevas variedades de arroz que puedan crecer con menos fertilizante, que hoy está fuertemente subsidiado por el Estado. O que deben tolerar niveles de salinidad aún mayores.

En Estados Unidos, el área principal de cultivo de arroz se extiende sobre el suelo arcilloso duro cerca de donde el Río Mississippi se encuentra con el Río Arkansas. Debido al cambio climático, las noches allí son más calurosas, las lluvias son erráticas y hay un problema creado por el éxito del cultivo intensivo de arroz: el agua freática se está agotando peligrosamente.

Allí entra Benjamin Runkle, profesor de ingeniería en la Universidad de Arkansas, en Fayetteville. En lugar de mantener los campos de arroz inundados en todo momento, como siempre lo han hecho los productores, sugirió que los agricultores dejaran que los campos se sequen un poco, luego dejen entrar el agua nuevamente y repetir.

Mark Isbell, un productor de arroz de segunda generación, se inscribió. En el borde del campo de Isbell, Runkle erigió un dispositivo alto y blanco que medía los gases producidos por las bacterias que se acumulaban en los campos inundados. Su experimento, realizado durante siete años, concluyó que al no inundar los campos continuamente, los agricultores pueden reducir las emisiones de metano del arroz en más del 60 por ciento.

Para Isbell, el hallazgo más importante fue que se redujeron sus recibos de energía para bombear agua: “Hay ventajas más allá de los beneficios climáticos”.

Al reducir sus emisiones de metano, Isbell también pudo vender créditos de carbono, que es cuando las empresas contaminantes pagan a un tercero para que reduzca las emisiones. Pero ganó muy poco dinero con eso.

Sin embargo, pronto habrá más ventajas. Para los agricultores que puedan demostrar reducciones de emisiones, la Administración Biden está ofreciendo fondos estadounidenses para lo que llama proyectos “climáticamente inteligentes“. Tom Vilsack, el Secretario de Agricultura, visitó la granja de Isbell el otoño pasado para promover el programa. Isbell considera que los incentivos convencerán a otros productores de arroz para que adopten el esquema de mojar y secar alternadamente.

La región tiene mucho de ser conocida como el cuenco de arroz del País, pero la cosecha es amenazada por el cambio climático y las represas río arriba. Foto: Thanh Nguyen