LILIANA MART+INEZ. EL ECONOMISTA
En el mes del Orgullo LGBTIQ+ vale la pena reflexionar sobre algunos aspectos que representan asignaturas pendientes en la inclusión, sobre todo porque cuando hablamos de procesos de exclusión, estigmatización o discriminación hacia una comunidad, muchas veces olvidamos que estos fenómenos ocurren en las micro interacciones que se dan cotidianamente, como lo es el hecho de alimentarse.
Cada vez es mayor la conciencia de que la comunidad no abarca solamente un “prototipo” de persona, y que es más un denominador para referirse a un muy amplio espectro de identidades y formas de vida, de condiciones de vida y de condiciones demográficas, socioeconómicas y culturales. Dentro de este abanico, las condiciones de vida de desigualdad son diversas y son en ocasiones acentuadas por la discriminación por pertenecer a la comunidad.
Entre las condiciones de vida cotidiana que se ven afectadas para muchas personas LGBTIQ+, está el tema de la seguridad alimentaria. Organismos como el World Food Program han hecho hincapié sobre la necesidad de visibilizar que la discriminación que viven los miembros de esta comunidad que en muchas ocasiones, amenaza sus condiciones de vida básicas, como lo es el tener acceso a alimentos. Se ha estudiado este fenómeno para comprender por qué estas condiciones ponen en vulnerabilidad a una parte de la comunidad que vive en pobreza. Esta vulnerabilidad se acentúa porque el estigma social hace que muchos no sean apoyados por sus núcleos sociales más cercanos y tengan que vivir en la precariedad, o incluso porque los programas sociales que pueden estar orientados a erradicar el hambre se enfocan más en otras poblaciones vulnerables.
Además, por ejemplo, con la crisis de covid, muchas personas que ya vivían en la precariedad tuvieron que dejar de trabajar, aumentando la inseguridad alimentaria. En estudios hechos por el World Food Program se ha observado además que la discriminación hacia algunos miembros de la comunidad es más acentuada, por ejemplo, está el caso de mujeres trans que han denunciado que cuando muestran sus identificaciones en los lugares destinados a la ayuda alimentaria o incluso, en algunas tiendas de alimentos, reciben en ocasiones burlas e insultos por parte del personal. De hecho, se ha encontrado que la insuficiencia alimentaria es más marcada en la comunidad transgénero que en otros miembros del colectivo. Las investigaciones en Estados Unidos han mostrado que la comunidad LGBTIQ+ en general, vive más situaciones de pobreza en algún momento de su trayectoria de vida. Además, muchos miembros de la comunidad viven sin el sustento o apoyo de sus familias nucleares incluso siendo menores de edad, lo que evidentemente impacta en su estado de salud y bienestar al no acceder a alimentos.
Particularmente en Estados Unidos, ha sido de interés estudiar cómo la comunidad LGBTIQ+ ha recibido y vivido las experiencias del Programa de Asistencia en Nutrición Suplementaria (SNAP por sus siglas en inglés) que es el programa asistencial del gobierno para erradicar la inseguridad alimentaria, donde se ha identificado mayor inseguridad alimentaria en miembros de la comunidad LGBTIQ+.
Dentro de la comunidad científica, existe un consenso acerca de la necesidad de visibilizar las condiciones de alimentación de la comunidad en relación con sus trayectorias de vida, puesto que los mecanismos y alcances de la discriminación y exclusión son complejos y pueden tener vertientes no identificadas que en el día a día representan la vulnerabilidad y condiciones de vida subóptimas para muchas personas.