(BLANCA JUÁREZ. EL ECONOMISTA)
En México hay que repensar la inclusión y la forma de medir la productividad en el trabajo para reflejar las diferentes realidades de la población, dice Cristina Massa, socia de la firma legal González Calvillo. En la menopausia, por ejemplo, muchas mujeres necesitan apoyo para continuar en el mercado laboral de manera digna.
“En enero me corrieron, por eso lloro”. Las lágrimas de Amelia son por el maltrato de su exjefa, porque cuando se quejó de ello la desestimaron y dijeron que tenía problemas mentales, porque su rendimiento laboral bajó. Llora porque tiene menopausia.
En México, la tasa de participación laboral para las mujeres de entre 50 y 54 años de edad disminuye 0.28 puntos porcentuales comparada con la de los hombres en la misma edad, de acuerdo con Laura Juárez González, coordinadora del Programa de Análisis Económico de El Colegio de México (El Colmex).
El cálculo de la doctora en Economía está basado en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) y lo dio a conocer en un foro convocado por Sin Reglas, una comunidad digital dedicada a visibilizar la menopausia.
En el encuentro, Amelia compartió su experiencia al tener que trabajar con fuertes síntomas de perimenopausia y luego menopausia para una empresa transnacional, en la cual ocupaba un puesto de gerencia intermedia.
El corporativo cuenta con protocolos y comités para denunciar casos de violencia laboral, áreas regionales y globales dedicadas a mejorar la experiencia de las personas empleadas y proveer beneficios. Sin embargo, nada de esto le ayudó.
“Estoy aquí, pero tengo miedo de ponerme enfrente porque estoy buscando trabajo y temo que alguien me vea y diga: ‘Uy no, está menopáusica. Aparte está haciendo olas para visibilizar la menopausia, mejor no hay que contratarla. Pero pesa más el deber ser y si a una persona le ayuda lo que digo, aquí está”.
Cuando se tiene un privilegio, hay que usarlo.
El costo laboral de los bochornos
La medición de productividad en las empresas en cualquier modelo que se utilice, “ya sea evaluación 360, performance, productividad por hora o por cuántos enfermos curaste, lo que sea, está basada en lo que puede hacer un hombre, blanco, educado, joven, sin discapacidades, neurotípico”, dijo Cristina Massa, socia de la firma legal González Calvillo.
“Entonces, lo que puede hacer una persona en silla de ruedas, deprimida, que está menstruando, lactando, pariendo, que está menopáusica” quedará lejos de esos parámetros de productividad, agregó.
“Yo no sabía lo que me estaba pasando. Creo que esto venía desde 2020. Me había dado covid-19, entonces tenía una total falta de concentración, no me acordaba de nada, iba de un lado al otro sin saber bien qué iba a hacer”, recuerda Amelia.
Creyó que eran sólo las reminiscencias de la pandemia en su cuerpo, pero luego comenzaron los bochornos. Qué desesperante, pero también qué extraño fue comenzar a sentirlos, cuenta. Darse cuenta que eran eso, bochornos y no calor, la tomó por sorpresa, así que se puso a investigar.
“Me di cuenta que las migrañas que me estaban tirando en la cama, la rosácea, todo era la perimenopausia. Yo creía que podría tener artritis, depresión, pero todo se debía a eso”.
Sus descubrimientos los compartió con compañeras de trabajo: les preguntó si alguna de ellas ya estaba en la perimenopausia. Sólo una de ellas le dijo que sí. Después, les mandó una infografía con los síntomas de esa etapa y todas se reflejaron con al menos el 90% de ellos.
La suma de eventos cuantificables
A los siete meses de que se dio cuenta que estaba pasando por la perimenopausia, su jefe fue reemplazado y llegó al frente una mujer joven. “Me hizo sufrir muchísimo, fue cero empática”. Para no ir a la oficina o faltar un día porque sus malestares eran insoportables, su nueva jefa le exigía un comprobante médico.
Amelia tenía un puesto a nivel regional en un corporativo internacional. El área en la que trabajaba se encargaba de avanzar en la inclusión laboral de la compañía y combatir la discriminación y, siendo una mujer blanca que no pertenece a una clase socioeconómica baja, no había recibido nunca ese tipo de trato en el que se dudara de ella y no se le permitiera acceder a un derecho.
Su jefa se quejaba constantemente de su desempeño y “nunca se abrió para que yo le pudiera contar que estaba pasando por la menopausia”.
En diciembre del año pasado acudió al comité de ética para de la compañía para hacer de su conocimiento las conductas de hostigamiento de su jefa, pero ésta argumentó que simplemente tenían diferencias en comunicación y que el problema de fondo era la salud mental de Amelia.
Antes de que terminara enero de este año, Amelia fue despedida por no cumplir con las metas.
Cuando te alejas del concepto patriarcal de productividad “es más fácil que te despidan, que no te tomen en cuenta, que te vayas invisibilizado y eso te impida subir de puesto, que seas un costo adicional para la empresa y te descuenten”, dijo Cristina Massa.
“Desde que llegas a las entrevista si eres una mujer joven, piensan que serás un costo porque vas a tener hijos”. A lo largo de la vida de las mujeres se van sumando varios eventos que son cuantificables, como el embarazo, el parto y la lactancia, subraya la abogada. “Los sucesos en la vida de los hombres son poco cuantificables y poco visibles, pero sobre todo porque participan mucho menos en el trabajo del hogar y de cuidados”.
Entonces, “sin intervenciones específicas”, las mujeres se van alejando del camino de la participación laboral, agregó. Y las consecuencias de ello es que su independencia económica se ve vulnerada.
“Tenemos que repensar la productividad y la forma de medirla”, pero a la par hay que crear políticas públicas y empresariales para incluir “a todas las personas, independientemente de la etapa del ciclo de vida, desde un punto de vista humano”, puntualizó.
Además, agregó, hay que adecuar los lugares de trabajo “para que todas las personas puedan desarrollar todo su potencial y puedan contribuir con su talento, porque al final esto es en beneficio de toda la sociedad”.